quinta-feira, 19 de janeiro de 2017

Anita Prestes, el legado de un país

Entrevista de Anita Prestes a La Jiribilla - revista de cultura cubana, 810, Año XVI, 14 de Enero al 20 de Enero del 2017, La Habana, Cuba.

Por María Carla Gárciga

Anita Prestes ha dedicado su vida a perpetuar la lucha de sus padres por la justicia y la igualdad social, tanto desde la teoría como en su incansable actividad revolucionaria, que la ha llevado a vivir pasajes muy similares a los experimentados por sus padres, los luchadores comunistas Olga Benario y Luis Carlos Prestes.

Anita Prestes en el Seminario Internacional "Las izquierdas en América Latina durante el siglo XX", Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, donde presentó su ponencia “La Actualidad de la Alianza Libertadora”. La Habana, 14 de noviembre de 2016.


Su historia ha estado marcada por el exilio desde los inicios: nació en una cárcel en Alemania, a donde su madre había sido extraditada desde Brasil, y fue salvada un año y dos meses después, gracias a una campaña internacional dirigida por su abuela paterna. La mayor parte de su infancia la pasó en México, hasta que conoció a su padre en 1945, después de la amnistía de los presos políticos. Su madre había muerto ese año en un campo de concentración alemán.

 “Mi tía y mi abuela me hablaron siempre de mis padres, desde que yo era bien pequeña. Nunca me ocultaron nada. Fui creciendo y tomando conciencia de los hechos, por eso nunca sufrí un gran impacto. Me formé en una familia comunista y seguí naturalmente ese camino, influenciada por mi padre y mis tías”, comenta Anita.

 “Siempre fuimos muy perseguidos, porque había mucha represión. Cuando tenía 14 años, salí para la Unión Soviética con mis tías e hice toda la escuela secundaria allí. Brasil era muy peligroso por las represiones, amenazas y secuestros. Volví en 1957 con 20 años y estudié Química Industrial en la universidad”.

Sin embargo, una vez más, la joven militante se vería obligada a dejar su país: en 1964 se produce el golpe de estado; en un inicio, Anita intentó permanecer en Brasil y trabajar en su profesión, pero le fue imposible. Se dedicó a la labor política en el Partido Comunista Brasileño y por su activismo fue perseguida y condenada a cuatro años de prisión. El exilio la empujó nuevamente y solo pudo regresar en 1979, cuando se produjo la amnistía.

“En ese año mi padre regresó también. Siempre tuve mucho vínculo con él y pasé a asesorar su trabajo político. Me mantuve ayudándolo hasta su muerte en los años 90. También dejé la Química e hice un Doctorado en Historia. Mi tesis fue justamente sobre la Columna Prestes, de la cual publiqué un libro que incluso fue premiado aquí en Cuba.  He dedicado gran parte de mi vida a trabajar como profesora y a investigar la historia de los comunistas en Brasil, así como la biografía política de mi padre, que he ido estudiando por periodos”, explica la destacada luchadora, quien estuvo en Cuba recientemente, en un evento dedicado a las izquierdas latinoamericanas celebrado en el Instituto Juan Marinello.


Libro Luiz Carlos Prestes
Usted reúne una extensa obra consagrada a la figura de su padre. ¿Cómo ha desarrollado el proceso investigativo, teniendo en cuenta su gran cercanía con Luis Carlos Prestes tanto desde el punto de vista ideológico como afectivo?

Llegué a él luego de investigar diferentes periodos de su vida. A inicios de los 80, yo y unos amigos comenzamos a grabar entrevistas con mi padre. Este fue un material importante que utilicé bastante en los libros de la Columna; pero también estudié muchos documentos y artículos: fui a Moscú para revisar documentos sobre la Internacional Comunista, busqué información en varios sitios, en la prensa, en su correspondencia… la documentación fue muy variada. Todo está en los libros, no afirmo nada que no esté documentado, y me centro en su actuación política, no tanto en su vida personal, solo lo necesario para dibujar el contexto.

Así he publicado varios libros, además del de la Columna. Escribí uno sobre la Campaña Prestes, que fue dirigida por mi abuela para la liberación de los presos políticos, de mis padres, y luego la mía también. La obra recorre un periodo que va desde 1936 a 1945.

Trece años atrás publicamos la correspondencia de mi padre desde la cárcel en tres volúmenes, que mi tía tuvo la preocupación de guardar y conservar. Allí hay cartas dirigidas a mi abuela, a mi madre, mis tías y otros amigos y parientes. Lo que ella logró salvar fue interesante, porque revela el aspecto de su vida más personal; en las cartas no podía hablar de política porque eran censuradas. Los tres tomos se llaman Años tormentosos: la correspondencia de Prestes en la prisión.

Mi último trabajo es un libro que recopila 30 años de investigación sobre la participación de Prestes en la actividad política en Brasil. Se titula Luis Carlos Prestes: un comunista brasileño, y he donado un ejemplar a la biblioteca del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello.

Me ha comentado acerca de la obra de su padre, a la cual le ha dedicado no pocos volúmenes. Con respecto al activismo político de su madre, Olga Benario, ¿tiene pensado estudiar o escribir algo?

Sobre ella apareció recientemente un elemento muy interesante en internet, que es el siguiente: cuando el Ejército Soviético tomó Berlín, se llevó un botín de guerra que incluyó el archivo de la Gestapo alemana. Este permaneció en Rusia y hace poco se produjo un convenio entre los gobiernos ruso y alemán para digitalizar esos archivos y hacerlos disponibles en la web.

Hay una gran documentación, entre ella, casi 2000 escritos sobre mi madre con muchas cosas que nadie sabía. Es la única persona de todos los investigados que cuenta con una documentación tan amplia en el archivo de La Internacional. La mayor parte estaba en alemán, pero yo no sé alemán, entonces conformé un equipo de traducción compuesto por varios profesores de distintas universidades de Brasil. Recientemente se ha terminado la traducción de todo y ya estoy escribiendo el libro, que espero finalizar pronto.

Creo que el texto será bien extenso, porque hay materiales muy interesantes y nuevos, entre ellos, una cantidad razonable de cartas de ella y de mi padre que pienso publicar completas, la colaboración entre la policía brasileña y la Gestapo, el comportamiento de ella en los interrogatorios y los comentarios de los oficiales sobre esto… Todo está muy bien conservado y completo, porque los alemanes son muy detallistas y organizados.

Allí salen registradas las historias increíbles que ella inventaba, cuando ellos querían que hablara acerca de su trabajo en el Comintern. Como nunca dijo nada sobre eso, la castigaban aún más, y todo sale escrito y documentado. A mi madre la confrontaron en un interrogatorio con otro comunista alemán que sí habló, y varias veces ella dice: “Aunque haya gente traidora, yo jamás lo seré”. Mantuvo una firmeza muy grande hasta el final, y el gobierno de Hitler le daba más importancia a ella por comunista que por judía.

Desde la literatura y el cine también se han evocado las figuras de sus padres. Estoy pensando en el libro de Fernando Morais, Olga; y en el filme del mismo nombre basado en esta obra, que dio a conocer al mundo la historia de amor de ambos combatientes…

El libro es muy bueno, mi padre incluso lo reconocía como una obra hecha con seriedad. Fernando Morais viajó, investigó y entrevistó a mucha gente que aún estaba viva en aquella época, y registró los principales archivos; claro que tiene cosas que pueden ser mejoradas, pero en lo fundamental es un buen libro.

La película quedó muy superficial, en mi opinión, incluso el director dijo en entrevistas que él no estaba interesado ni en la política ni en la historia ni en la vida de Prestes, sino en contar una historia de amor que le parecía muy linda. El filme revela poco de la lucha por la Campaña Prestes, que fue muy importante; también muestra aspectos que no sucedieron exactamente así, pero, por otro lado, adquirió relevancia porque denunció ante la opinión pública de Brasil el papel de Getúlio Vargas, que suele ser negado; y la verdad, Vargas fue el principal responsable. Otro aspecto positivo de la película es que no tiene un carácter anticomunista y muestra que los comunistas son gente normal, lo cual es bueno porque en Brasil hay una tradición anticomunista, respaldada por mucha propaganda.

El filme rescata una historia que, debido a todos los años de dictadura, estaba olvidada. Las nuevas generaciones no tenían información de estos sucesos y Olga logró ser vista por más de cuatro millones de brasileños. La gente se emociona mucho y les gusta bastante la película porque es romántica. La repercusión ha sido muy grande, yo he recibido un montón de cartas, y hasta ahora es interesante cómo siguen poniendo con frecuencia el filme en la TV.

No es la primera vez que visita nuestro país. ¿Podría hablarme de sus primeros acercamientos a la Isla y su relación con Cuba?

Vine por primera vez cuando tenía solo seis años, durante la Campaña Prestes, y estuve cuatro meses. Mi abuela conocía a los comunistas de la época; el Partido Socialista Popular tenía mucha fuerza, con diputados, senadores y hasta ministros durante el primer gobierno de Batista. Ellos invitaron a mi tía y yo vine con ella; recuerdo las grandes manifestaciones, eran impresionantes, con una solidaridad que me emociona hasta ahora porque significó un gran apoyo, no solo en La Habana, sino en otras ciudades de Cuba.

Después de la Revolución vine con una delegación brasileña de más de 90 personas, el 2 de enero de 1962. Yo era estudiante y recuerdo el desfile en la Plaza de la Revolución. Fuimos también a Santiago, Santa Clara, Pinar del Río, Camagüey, visitamos el campo, las escuelas… Era una época de mucho entusiasmo, la gente cantaba el día entero, era un ambiente diferente porque recién había terminado la Campaña de Alfabetización.

La tercera vez que vine fue en 2011 para la publicación de mi libro La Columna Prestes en la Feria del Libro en La Habana, y ahora regresé para el evento Las izquierdas en América Latina durante el siglo XX, donde presenté mi ponencia “La Actualidad de la Alianza Libertadora”.

Desde su posición de intelectual comunista y ciudadana brasileña, ¿cómo valora la situación que atraviesa hoy Brasil luego del impeachment contra la presidenta Dilma Russeff?

Es muy difícil luego de este golpe parlamentario. El Partido de los Trabajadores (PT) no resolvió los problemas; mejoró un poco la situación de los más pobres, pero sin movilizarlos, sin hacerles tomar conciencia, y ahora lo están perdiendo todo. Afectó mucho la propaganda de los medios de comunicación, además de la corrupción al interior del Partido, de la cual se aprovecharon para desmoralizarlos. La gente ya no ve a Dilma con simpatía; Lula aún tiene algo de prestigio, aunque ha decaído, pero no existe otro líder en Brasil, ni la derecha tiene un liderazgo. El PT contribuyó mucho a la desmoralización de la izquierda y del socialismo; gran parte de la población tiene un espíritu de repudio a la política y a los partidos, un camino muy peligroso que la derecha utilizó a su favor.

El impeachment se realizó de una forma escandalosa, y ahora están aprobando una ley para limitar los gastos públicos, terminar con todas las conquistas de los trabajadores y disminuir el dinero para la educación y la salud. Las escuelas están ocupadas por los estudiantes, quienes se están movilizando más en estos momentos, sobre todo los secundaristas y universitarios. Pero la situación es muy complicada porque el pueblo en general, aunque está descontento, se encuentra muy desmovilizado y desorganizado, pasivo y sin iniciativa.

Aunque hay países del continente que han avanzado más, como Venezuela, hay una contraofensiva del imperialismo. En Venezuela el pueblo va para la calle a defender, pero Dilma no tiene ese apoyo. También se han producido golpes parlamentarios en Honduras y Paraguay, por lo que la situación es complicada y no sé hasta qué punto los movimientos populares van a conseguir cambiar eso. Creo que la propia violencia y la situación de precariedad económica de las personas las van a llevar a organizarse y luchar, pero es un proceso que tarda en Brasil porque, a diferencia de Argentina, Chile y Uruguay, no hay tradición de organización popular y las clases dominantes brasileñas siempre han conseguido aplastar toda tentativa de movimiento popular. Las insurrecciones son todas reprimidas con una violencia muy fuerte, y esa es una carga que llevamos hasta hoy. 


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